En tanto a la historia, me pasa lo de siempre, lo que creo que es mi fuerte. Creo personajes. Creo tonos. Voces. me sale bien y me encanta. De ahí a tener una historia que no sea un torbellino de cliches amontonados por el viento hay un largo trecho. No se crear historias. Entonces solo me queda rezar por que mis personajes escriban sus propias historias a partir de sus manías, psicopatías y conflictos. Dependo de ellos. No se si es mejor depender de ellos o de mí. Solo se que ellos están, lo que terminan haciendo es un misterio.
Lo que sí tengo ya es un título. Uno diría que eso vendría al final como consecuencia natural del desarrollo, bueno, lo curioso es que vino, y acá se quedó.
Puede que cambie, pero de momento me gusta.
Sé muy bien la estructura que va a tener. Sé en que época y lugar se desarrolla.
Tengo miedo. Me abruma. Me asusta. Me parece una tarea imposible, eso del escribir. El único consuelo que tengo es que lo logré el año pasado, mi primera novela, así que porqué no habría de lograrlo ahora que tengo mucha más práctica, más deseos, más ímpetu y mayor convencimiento de que ésto, sí, ésto, el escribir es lo que quiero hacer en mi vida.
Así que, día uno. Y una aventura comienza....
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