Monday, February 6, 2012

Las moras

Las moras

Sabía yo que al pisarlas llevaría un rastro ensangrentado conmigo,

Lejos, lejos de cuando las asesiné a estas rastreras,

que buscan como yo siempre algo por el piso porque temen al cielo,

las llevé conmigo, y conmigo también la sangre se derramó

La cuchara del dulce se pegotea con el plato, una baba transparente y roja

Viscosa y llena de lujuria pegajosa atrae a las moscas que habitan el piso de abajo

Eso pasa siempre, me pregunto que habrá allí, habrá muerto el vecino (¿?),

Pero también temo al subsuelo y a las bestias que vienen de noche.

De noche las oigo, aullando en la lejanía, pretendo que es la lejanía pero están a mis pies,

Si no aúllan, asumo que duermen, que se olvidaron de mí.

Trato de sobornarlas con dulces y frutas, productos del día pero son indiferentes al arrullo del sol,

Solo buscan la satisfacción de ser ellas las que pueblan mi insomnio.

Saben de las moras, saben de su sangre. Saben que las oculto en un jarro de la abuela en la alacena más alta, donde hago como que nunca llegarán. Pero ellas huelen el rastro, la pista dejada por la agonía.

Y sé que vendrán y deberé huir hacia el cielo, a ese azul infinito sobre un taxi de nube. Y me preguntaré porque, porqué mis moras llamaron a las bestias a sacarme del cubículo estrecho que es mi vida.

Friday, November 25, 2011

Inspiración

One of the few things I know about writing is this: spend it all, shoot it, play it, lose it, all, right away, every time. Do not hoard what seems good for a later place in the book, or for another book; give it, give it all, give it now. The impulse to save something good for a better place later is the signal to spend it now. Something more will arise for later, something better. These things fill from behind, from beneath, like well water. Similarly, the impulse to keep to yourself what you have learned is not only shameful, it is destructive. Anything you do not give freely and abundantly becomes lost to you. You open your safe and find ashes.


After Michelangelo died, someone found in his studio a piece of paper on which he had written a note to his apprentice, in the handwriting of his old age: ”Draw, Antonio, draw, Antonio, draw and do not waste time.”

Annie Dillard

Thursday, November 24, 2011

Diario de una novela, día 24 ó ya perdí la cuenta

Reconozco que tuve momentos donde me dije: bueno, ya está, claudico, tiro la toalla, me dejo de joder con todo esto y vuelvo a la vida real. Pero, pasan dos días (en los que no escribo) y descubro que en realidad ya no existe eso que yo solía llamar "vida real". Hay eso que transito todos los días, alternando períodos de vigilia y sueño, comida y hambre, sed y ganas de coger o de ver tele, así bien anestiada y los momentos que estoy con mis personajes en mi Buenos Aires del 2001, con sus tribulaciones y desengaños, miserias y problemas, obsesiones y falta de amor y digo, puta, ya no sé cuál es la vida que me corresponde. Cuál es la vida a la que pertenezco. Qué demonios hago acá, pretendiendo ser esa cosa que hace que todos ellos respiren y sufran. Es medio como ser Dios, pero lleno de culpa y blasfemo.
Me siento un pelotuda. Y sigo escribiendo...

a veces...

A veces pretendo ser una escritora, así muy metódica con planes y estructuras, me siento produzco algo que más o menos parece conformarme y digo, bien, un día más.
Y la verdad, es un día más.
De tantos otros días.
Otros días donde la vagancia es una plomada que me hace ahogar en el fondo del mar. Esa misma desidia, es la chispa que da vida a la culpa.
Y me digo, porque otros días pretendo ser algo que no soy.
Pero, ¿qué soy?
Y me alejo, lejos, lejos del espejo.
Y solo queda mi ombligo.

Friday, November 18, 2011

Capitulo 4

Some people turn sad awfully young. No special reason, it seems, but they seem almost to be born that way. They bruise easier, tire faster, cry quicker, remember longer and, as I say, get sadder younger than anyone else in the world. I know, for I’m one of them.
Ray Bradbury

Tuesday, November 15, 2011

Oh my, my thoughts exactly

“This boy has negative charisma. He walks into a room and the oxygen starts to evaporate. I guess that’s why girls sleep with him. They find his awfulness transfixing. He’s like a lousy 1970’s disaster movie that they can’t bring themselves to turn off, even though it is making their life worse every minute they leave it on.”
― Emma Forrest, Namedropper: A Novel